sábado, diciembre 09, 2006

Un blog interesante

Un compañero del Instituto Valentino de Estudios Canónicos ha abierto un blog con el cual quiere promover la reflexión sobre la Iglesia y el Derecho desde una visión creyente. Muy interesante. Podéis pasaros por canonistas.blogspot.com.
Ahora estoy preparando un examen de Jerarquía en el Código de Derecho Canónico. Sé que estoy en deuda con muchos de vosotros y tengo que poner un remedio a mi sequía en la red. ¡Cor unum, amigos!

viernes, julio 14, 2006

El bien que me hizo el Cardenal Suquía

Ha fallecido el Cardenal Suquía.
Cuando tenía 15 años, acudí con mi padre a una vigilia de la Inmaculada en Madrid. Presidía esa vigilia el Cardenal Ángel Suquía. Lo que más me impresionó de esa vigilia fue algo que dijo en la homilia. Era la época en la que al gobierno le complacía cambiar el descanso laboral en ciertas fiestas religiosas -san José, la Inmaculada- con lo que se exacerbaban los ánimos de algunos creyentes más de lo recomendable. No me acuerdo exactamente el contexto, pero creo que cerca de la Iglesia se habían dicho cosas antes de la vigilia contra el entonces presidente Felipe González. El cardenal, en un claro tono exhortativo, nos recordó que los cristianos odiamos el pecado, pero bajo ningún concepto podemos odiar al pecador. Eso iría contra los cimientos mismos del evangelio.
Yo por aquel entonces estaba pasando una situación muy delicada. Mi madre había decidido separarse de mi padre, y yo no lo podía asumir. Sus palabras fueron un bálsamo en mi confusión, y me mostraron una senda recta por la cual proceder.
Hizo cosas muy importantes por la Iglesia en Madrid. Levantó el seminario y dejó atrás la esterilidad de un posconcilio adulterado. Por todas estas y otras tantas cosas, que Jesucristo sumo y eterno sacerdote te lo premie. Y por mi parte, le pido que te agradezca lo que yo nunca en persona pude hacer.
¡Gracias don Ángel, y que sigas ejerciendo tu paternidad desde el cielo!

martes, julio 11, 2006

Con el Papa

He podido estar al final en Valencia el sábado, gracias a un buen amigo que se preocupó por mi y me llamó el miércoles antes de la llegada del Papa para ofrecerse a gestionarme una acreditación para la catedral el sábado por la mañana. Gracias a ello pude hacer una escapada que me ha permitido estar con él y poder a la vez atender a mis parroquias el domingo.
La verdad es que todos estos eventos me ayudan a vivir la dimensión universal de la Iglesia, y en esto destacaría dos puntos.
El primero es el hecho de ver tanta gente congregada para un mismo fin, que es el de alabar a Dios por el inmenso don de la familia. Pude identificar gente de Italia, Ecuador, Corea, Nigeria, Alemania... una auténtica fraternidad. Además con aliciente: todos en familia. Esto era distinto a las Jornadas mundiales de la juventud, otro ritmo. Me atrevería a decir que la alegria que se palpaba era más serena, más profunda. No en balde los padres de familia han pasado por diversas experiencias, y han madurado más en su fe en esa entrega mutua de cada día. Me encantó verles con sus hijos, con un ritmo tranquilo. Muy bien.
El segundo punto que destacaría de esta universalidad de la Iglesia es la actitud y las palabras del Papa. Confieso que la situación actual en España respecto de la familia es algo que todos tenemos muy presente, y esto nos conduce a bajar la guardia respecto de la caridad y de los juicios duros -al menos a mí me pasa- y hablar de una manera poco acorde con el evangelio. El testimonio del Papa en este sentido me ha impresionado. Que bien ha hablado de la familia, y sin convertirlo en un objeto de confrontación directa con nuestros gobernantes. La verdad en la caridad. Por si había álguien en la duda, un argumento más del peligro de la iglesias nacionales. Ha sido un golpe de aire fresco que ha venido desde fuera para reafirmarnos en la verdad pero desde el amor. Su actitud ante la vicepresidenta es algo de lo que tomo nota.

miércoles, julio 05, 2006

España y la Santa Sede

He estado releyendo el discurso del nuevo embajador de España ante la Santa Sede, el Excmo. Sr. D. Francisco Vázquez, ex-alcalde de La Coruña, toda una institución en el Partido Socialista, donde no ha ocultado su condición de creyente, y donde ha roto la disciplina de su partido en todo lo que supone la defensa de la vida de los niños no nacidos a la hora de votar en el congreso de los diputados.
Es un buen discurso, pero por desgracia parece expresar más los afectos personales de este buen hombre que las disposiciones reales de nuestro gobierno irracionalmente laicista.
Comienza hablando sobre la embajada de España ante la Santa Sede, la más antigua del mundo de sede permanente. De ella dice que es un fiel reflejo del vínculo constante con la Iglesia Católica del pueblo español, cuya historia, cuya cultura y cuyas costumbres no pueden entenderse sin reconocer la fe mayoritaria de sus habitantes. Es desde luego una verdad como un castillo de grande, y desde luego algo que sería de sentido común que se tuviese en cuenta, pero lamentablemente eso no es así. No se trata solo de las actitudes del actual gobierno de España en todas las materias en las que ha ido en contra de esa historia, cultura y costumbres mencionadas; sino tambien de las iniciativas a nivel europeo, donde en el proyecto de Constitución para Europa se rechazo explícitamente cualquier mención al lugar del cristianismo en la configuración de Europa y sus valores.
Continua diciendo: Desde la fe, Santo Padre, pido a Dios que me ayude en mi tarea de representar a todos los españoles con lealtad al Gobierno que me nombra y a la vez poder servir de puente que transmita las opiniones y preocupaciones de la Santa Sede, contribuyendo así al acercamiento y entendimiento con las posturas de la Iglesia Católica Española. Pues no es poca cosa lo que tiene por delante. En la situción actual no se puede poner una vela a Dios y otra a su ausencia absoluta patrocinada por el laicismo beligerante. No veo nada, absolutamente nada fácil su labor, más que nada porque se trata de reconciliar una tesis (libertad religiosa como libertad fundamental en la sociedad) con su antítesis (la fe en tu casa y sin hacer ruído), y de momento, aparte de ilógico, no veo en nuestro embajador la habilidad de Hegel para sacarse síntesis de la manga.
Inmediatamente a continuación dice que su nombramiento conlleva una clara voluntad de diálogo por parte del Gobierno de España. Nada mas leer eso no he podido menos que temblar. ¿Diálogo? Cuando esa palabra se usa en ese gobierno no significa sino que yo te digo a ti con cursilerías lo que tú tienes que hacer, y si tú te quejas es que no quieres dialogar. Llevamos ya demasiado de eso.
Despues me he encontrado con una frase digna de formar parte de "Alicia a través del espejo": La “Alianza de Civilizaciones” propuesta en Naciones Unidas por el Presidente del Gobierno de España, es una vía coincidente con las preocupaciones ecuménicas de la Iglesia Católica. ¿Como es posible que no me haya enterado? El proceso ecuménico comenzado por la Iglesia en el Concilio Vaticano II es la fuente de inspiración de la "Alianza de Civilizaciones". Y yo que pensaba que era más bien una reunión para celebrar las fiestas de no-cumpleaños. Esto me va a dar desde luego mucho que pensar...
Don Francisco continúa diciendo que el pueblo español y su Gobierno escuchan siempre con gran atención la voz de Vuestra Santidad cuando expresa sus preocupaciones y temores por la evolución de una sociedad impregnada de un relativismo moral que las más de las veces concede a los valores materiales una preeminencia que inevitablemente termina conduciendo a la ausencia de una ética colectiva. Esto tendría que ser lo normal, al menos al ser el líder religioso de un porcentaje no desdeñable de la población española. Pero no es así. La clase política española, salvo alguna honrosa excepción, no escucha la voz de su santidad, solo sabe decir sandeces sobre la Inquisición, y son los promotores reales del relativismo moral. Son ellos los que prometieron que a España no la iba a reconocer ni la madre que la trajo al mundo tras su labor legislativa; y ese plan incluía desde luego el desmontar cualquier referente ético en la sociedad, particularmente si era católico.
Como yo supongo que nuestro embajador es un hombre de sentido común, no puede sino afirmar la doctrina constitucional sobre la libertad religiosa: La España actual, Santidad, es un Estado constitucionalmente laico, pero no laicista, que reconoce en su propia Constitución, artículo dieciséis, apartado tercero, el carácter excepcional de sus relaciones con la Iglesia Católica, enmarcadas en los vigentes Acuerdos con la Santa Sede. La laicidad del estado, entendida como la afirmación de la incompetencia del estado para inmiscuirse en los asuntos religiosos es deseable, y eso es lo que afirma la Constitución Española, así como los distintos tratados internacionales suscritos por el Estado Español en relación con los derechos humanos y los derechos fundamentales, entre ellos el de libertad religiosa. Sin embargo el estado se comporta tomando partido. En vez de garantizar los derechos de todos, tanto de creyentes como los de los no creyentes, privilegia los de los no creyentes. A la Iglesia en España no le hace falta que le recuerden la Constitución; es más bien al gobierno a quien hay que recordársela.
Tras leer el discurso no puedo sino desear a D. Francisco que lo pase lo menos mal posible en el puesto donde ha sido destinado. Puede que si lo logre le sea concedida la jefatura de la misión pro-alianza de civilizaciones.

martes, julio 04, 2006

Comunicación

La capacidad de comunicación que tenemos los hombres es admirable. Es increible ver como elaboramos conceptos abstractos, en distintas lenguas y en distintos sistemas culturales, y como a pesar de los matices propios de cada una de ellas, elaboramos conceptos similares.
La capacidad de comunicarnos es todo un tesoro que nunca debemos de perder, que hay que mimar y trabajar. Nos enseña a tratar al otro, a apreciarlo. La comunicación nos desvela el ser íntimo cuando llega a ser profunda.
Todo lo grande en el hombre se construye desde la comunicación. El hombre concebido como ente aislado es una absoluta entelequia. Incluso desde el punto de vista de la teología esto es muy claro. Nuestro ser es comunicación de Dios, entramos en diálogo con él desde las estructuras más sencillas, como es la contemplación de la belleza, hasta las más sublimes, como es el saboreo de Él en la meditación y en la mística. Incluso para ello es necesario la comunicación con el otro, que en el camino común llega a ser percibido como hermano. Nunca es más verdadero decir en esto que es más lo que nos une de cualquier ser humano que lo que nos separa. La alabanza es comunicación con Dios, y cuántas veces lo es en union con los otros. Evangelizar es comunicarse, porque es un acto de amor, un trato con el otro movido desde el aprecio.
Comunicarse es tan importante. Es fundamental. Por eso quiero pediros mis disculpas más sinceras por haber abierto un camino de comunicación y haberlo sin embargo dejado suspendido tanto tiempo.
Este blog no es un divertimento. Es comunicación. Es una tarea fundamental. Os aprecio mucho, y aquí estoy de nuevo para tratar, como dirían los clásicos, alma a alma las cosas que nos importan. Ya sea porque a mí me importan, y eso estimula vuestro cariño y respeto; ya sea porque a vosotros os importan, y son la puerta que dejais entreabierta a vuestra intimidad. Gracias.

sábado, abril 29, 2006

Tras la agonia, viene la luz.

La luz es una imagen que me encanta para representar la esperanza, todo lo noble y bueno que hay en el hombre, los altos ideales, los grandes proyectos, y en especial ese gran proyecto que es el de ser uno con todos, como el Padre y el Hijo son uno.
Ha terminado la semana santa, y tras ella la semana de Pascua. He vivido en la agonia. ¡Tranquilos! Se trata de la agonia en su más puro significado, agonia entendida como lucha. Sí, he luchado. Primero porque es el tiempo fuerte por excelencia de la liturgia. Segundo, por la tensión de transmitir condensadas las perlas evangélicas a los ocasionales de año en año, que no pisarán la Iglesia hasta el siguiente (si Dios quiere, que nos puede pasar como a Jorge, el amigo de Eleder). Tercero, por unir mis sentimientos a los de Cristo: morir con Él, padecer con Él, ofrecerme con Él, y todo desde mi culpabilidad y miseria, y después resucitar con Él ( ¡que alegría más serena tras la vigilia Pascual!). Y en último lugar, porque llevo tres pueblos, cada uno con SU semana santa. Ha habido lucha, desde luego, pero también muchas satisfacciones.
He pensado mucho en los apóstoles dormidos. ¡Me he sentido tan identificado! La verdad es que mi petición personal y mi predicación ha ido encaminada a despertar. ¡Cuantas cosas tan grandes nos perdemos de esta gran batalla por expandir el Reino de Cristo en la sociedad! ¡Si viéramos!
Tras la agonia viene la luz. Hay que pasar por el Huerto de los Olivos para resucitar. Recuerdo como veía la naturaleza tras los ejercicios de mes de san Ignacio. ¡Era una mirada limpia, nueva, capaz del asombro! Todavía tengo retazos de esa sensación, y ojalá que me despierte mi Señor para ver así de nuevas todas las cosas. Tener fe en cada situación. Ser dócil. Estar preparado.
Y entonces viene la luz. En la entrada anterior hablaba de la brecha. Ojalá la luz brille de tal manera que esta vieja fortaleza de la fe dé de sí para vencer el asedio y salir a la llanura, a la plena batalla campal en la que se debe sumir todo apostol, para ir salvando alma a alma, persona a persona, acto a acto, segundo a segundo. Ya casi siento como muchos dicen sí y se lanzan. ¿Y cuando yo? Ya, tiene que ser ya. Es un compromiso, es un pacto, ha sido un para siempre desde mi bautismo. Agonía y luz.
Cristo muerto. ¡Cristo resucitado!

jueves, marzo 30, 2006

La primera linea... o la última

Revisando el panorama de los blogs católicos, encontré en Es justo y necesario, un blog chileno, la siguiente referencia a este blog:

4. Splendor veritatis: blog de un sacerdote español. Los españoles están actualmente en primera línea de la guerra cultural, y sus batallas nos sirven como preparación a todos.

Esto me ha hecho recordar una anécdota que me ocurrió en Sicilia. Estaba en el Santuario de Nuestra Señora de Gibilmana, en Cefalú y pedí a la comunidad de Padres Capuchinos que lo atendían si podía celebrar la Santa Misa. Tras las presentaciones de rigor comenzó una conversación sobre la situación de España. Se acababa de proponer por parte del presidente la equiparación de los homosexuales respecto del matrimonio, con lo que sentaba un precedente legislativo peligrosísimo, puesto que si en España los homosexuales tenían su parodia de matrimonio, ¿porque en el resto de los países de la Unión Europea iba a existir esa "discriminación"? El padre me preguntó que qué hacíamos los católicos en España para parar eso. Me hizo ver que si en España los católicos no alzabamos la voz como un clamor general, en el resto de Europa dejaríamos con las manos parcialmente atadas a los obispos y organizaciones católicas en su oposición a esa nefanda equiparación.

Han pasado ya casi dos años de eso, y puedo decir con cierto orgullo que la Iglesia española ha sabido reaccionar con dignidad. Ha habido una protesta general, se ha reforzado el sentido de la familia como un valor a defender, hay auténticas campañas promovidas por entidades y organizaciones católicas para promover y defender la visión cristiana del matrimonio, la familia y el orden público. Hay obispos que tienen eco social cada vez que hablan, y por cierto muy bien en la mayoría de las ocasiones. Hemos salido a la calle. Hemos arrastrado al principal partido de la oposición a que se identifique aunque sea circunstancialmente con nuestro ideario y que se guarde de momento su ideología neoliberal agresiva en favor de una postura más en consonancia con su antigua condición de democracia cristiana...
... pero no ceden. Y tenemos un agravante. Todavía hay un cristianismo sociológico remanente, pero hay poca vida sacramental, poco compromiso constante. Hay muchos grupos encerrados en sí mismos, y que han tomado la desgraciada opción de querer vivir aislados en sus burbujas de espiritualidad ortodoxa, pero muy poco comprometida. Hay problemas serios de transmisión del evangelio hacia las generaciones menores de 35 años, y toda una generación perdida entre los 35 y los 65 años, especialmente debido a la erosión de su conciencia por el uso indiscriminado de anticonceptivos.
Somos quizá la primera linea en la lucha contra las aberraciones de la vida y naturaleza humanas, contra el postmodernismo, el utopismo izquierdista trasnochado, el liberalismo neoesclavista, el secularismo, el laicismo salvaje y excluyente, y tantos otros males que nos acechan. Pero también da la sensación de que nuestra Fe en España es una gran fortaleza, masiva e imponente en otros tiempos, que ahora está brutalmente asediada y con brechas por todos sitios. Particularmente me siento, con la espada de la fe en mano, con los ojos abiertos puestos sobre las brechas de las murallas, con un puñado de valientes a mi lado compartiendo conmigo su fortaleza que muchas veces no tengo, aguardando la última embestida que querrá sin ningún genero de dudas negarnos toda clase de vida intelectual, carta de ciudadanía y espacio en una sociedad no solo sin Dios, sino idolátrica en sus sustitutos, y luciferina en sus aberraciones contra la verdad, la moral y la naturaleza del hombre.
Desde España, última linea, y último suspiro, y agarrado a mi bandera que es Jesucristo, estaré ante la oscura brecha todo lo que el Señor me permita. Como tantos otros. La España cristiana está herida y mermada. Y lo que viene no me gusta nada.
Menos mal que, a pesar de todo, la Verdad no depende de nada sino de sí misma para ser la verdad y el juicio definitivo de todas las cosas.
Cor unum!

viernes, marzo 17, 2006

Pasión y donación.

Sigo leyendo detenidamente la encíclica del Papa. Es valiente a la hora de partir desde una reflexión de carácter filosófico sobre el amor. Hablar del eros es dejar la puerta abierta al diálogo con los buscadores de verdad, hablar del ágape es entroncar con lo más bello de la literatura neotestamentaria y la tradición patrística.
Me da pena que los hombres establezcamos tan facilmente el divorcio entre estas dos dimensiones del amor. Supongo que es por la banalidad. La instrumentalización de la palabra amor deja sin lugar al ágape, pero merma mucho al eros, condenándolo a la autocomplacencia, donde el otro no tiene cabida. Más allá del ámbito de los creyentes, creo que es una reflexión necesaria para nuestra autosatisfecha sociedad occidental. El amor no puede ser el estereotipo que se pretende imponer unilateralmente.
El eros (pasión, arrobamiento de la voluntad, éxtasis) pierde su fuerza y su encanto porque es incapaz de desembocar en el ágape (servicio, entrega, donación al otro). Nuestra sociedad necesita urgentemente de un nuevo modelo de amor, más profundo, más real, más acorde con lo que cumpla las expectativas de felicidad del corazón humano. Las relaciones interpersonales deben crecer en calidad y profundidad. Menos "fiesta" y más amigos, aunque se cuenten solo con los dedos de una mano. Menos "rollos" y más amores que tiendan a la estabilidad y al respeto por el otro. Menos individuales perdidos en sus ensoñaciones egoístas y más familias educadoras en el dominio de sí en orden a una entrega sincera al otro. Vamos, menos del modelo cultural imperante, banalmente sexualizado hasta la saciedad e irresponsable, y más de unos valores que si responden a lo que el hombre es y a lo que el hombre está llamado.
Célibes, debemos ser sal. Casados, debéis ser sal. Familias, debéis ser sal. La sal del dominio de sí para una donación autentica en el hermano. Y como modelo, Cristo.

sábado, marzo 11, 2006

Laicidad vs. Laicismo

He estado reflexionando estos días sobre el lugar que los creyentes tenemos en la sociedad. Lo he hecho estimulado por las lecciones de Derecho Eclesiástico que imparte Don Remigio Beneito en Valencia, que me resultan altamente enriquecedoras.

Nosotros como creyentes nos insertamos en una sociedad cada vez más pluricultural, y creo que en general no supone un problema para nuestra fe. Los primeros cristianos se desarrollaron en un ambiente así, y hasta desde el punto de vista de la evangelización es preferible: todos podemos ser misioneros. El problema está en el momento en que se pretende imponer una cultura dominante en base al indiferentismo.

Hoy en día está asumido en la Iglesia el hecho de que los estados sean aconfesionales. Eso nos ayuda a vivir mejor esa sana división de esferas que Jesús quiso: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Esto es lo que se denomina correctamente como laicidad del estado. El estado se queda en su ámbito concreto, que son las realidades seculares, y no interfiere en el ámbito religioso. La laicidad supone que el Estado se convierte en el garante de que todo ciudadano tienen libertad de conciencia a la hora de posicionarse ante el hecho religioso: ateo, indiferente, agnostico o creyente, con un único límite, que es el orden público. La laicidad del Estado es buena para la Iglesia, porque supone un respeto a su libertad.

El problema está en el laicismo, que es una doctrina confesional. El laicismo es negar la esfera de autonomía que tienen los creyentes y las comunidades de expresar y vivir en libertad el hecho religioso, haciendo del Estado no el garante del libre ejercicio de posicionamiento ante el hecho religioso, sino el impulsor del arrinconamiento y negación de este hecho en la vida social.

Los laicistas se suelen presentar como progresistas, cuando es una doctrina decimonónica; suelen argumentar que las religiones son causa de conflicto y muerte, cuando han sido precisamente los sistemas totalitarios laicistas -el nazismo y el comunismo- los que más acumulan a sus espaldas; suelen presentarse como la postura neutra, cuando supone la imposición de un punto de vista sobre los demás ante el hecho religioso sirviendose de la fuerza del Estado. Niegan la laicidad del Estado, en cuanto que lo convierten en apóstol del indiferentismo y no admiten la autonomía de la conciencia, haciendo del Estado el único ámbito posible de la realidad.

Yo creo que debemos vivir con fuerza nuestro compromiso cristiano y ser sal. Nadie tiene derecho a cuestionarnos el ejercicio de este derecho en la sociedad. Ser sal es cooperar en la construcción del órden público.

lunes, marzo 06, 2006

Hemos creído

Estoy intentando leer la Encíclica de nuestro Papa Benedicto, pero de momento no he pasado de la Introducción. He encontrado una frase que es verdaderamente una joya de lo que es el esplendor de la verdad. Dice así:
Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva.

Hoy es tarde, pero os lo dejo porque ya lo iremos comentando.

viernes, marzo 03, 2006

De viaje


He estado por la tierra de Newman, de Lewis y de Tolkien. Oxford ha superado todas mis expectativas. Si me dieran a elegir un sitio para vivir tranquilo, reflexionar, leer y escribir, ese sería Oxford sin ninguna duda. No me extraña que el cadenal Newman dijera que el sacrificio más grande de su vida fue el abandonar Oxford para hacerse católico. Vivio casí 50 años más, y nunca volvio a ver las agujas de las iglesias de su amada ciudad. Os pongo la foto del puente de los suspiros, que es una replica del que se encuentra en Venecia. Es un testimonio de la nostalgia y de las ansias de cielo de estos tres grandes hombres.

domingo, febrero 12, 2006

Necesidad de un testigo; respuesta a pensamientos a la luz del dia

Estimado Andrés 2.0, he seguido con una sonrisa lo que nos has contado. Una sonrisa porque creo ver reflejado un problema de fondo muy interesante. Hace tiempo leí un libro que explicaba el acto de fe, de Joseph Pieper. En él daba un criterio que considero importante en relación a este tema. Para Pieper, la vida del hombre esta constantemente en acto de fe. El acto de fe para él es la confianza en el testigo. Así, cuando un profesor enseña geografía o historia, a pesar de la falta de contacto espacial o temporal con el fenómeno, si embargo damos crédito a lo que escuchamos. Damos crédito porque tanto en la persona como en las circunstancias concurren una serie de hechos que nos hacen pensar que lo que nos dice es verdadero, aunque no todo lo que diga es susceptible de ser verificable en ese momento.
Yo sinceramente creo que esto es verdad. Constantemente tomamos decisiones y optamos por una cosa y rechazamos otra en un proceso de fe humana, por llamarlo de alguna manera.
La fe divina, entendida como fe en lo divino, sigue un proceso similar. Todas las religiones a lo largo de la Historia han intentado llegar a lo divino en base a una serie de verdades percibidas parcialmente, -y si quieres- escondidas bajo un montón de "basura": supersticiones, prejuicios, odios raciales o culturales, aberraciones, desprecio de la dignidad del hombre, etc. Y aún bajo esa capa de mentiras, no dejan de ser semillas de verdad, como dice la teología católica.
Un acto de fe divino necesita, como un acto de fe humano, de un testigo. Y creo que este es un punto realmente importante. Porque se pueden percibir muchas verdades, y en eso estoy de acuerdo contigo respecto a lo de la inducción, pero no por ello tengo un corpus orgánico de la verdad. El testigo es el que hace que esas verdades tengan un corpus, y todas digan algo de la verdad única. De ahí la importancia de la encarnación. Si te fijas, casi todas las religiones, especialmente aquellas que han pretendido estructurar su pensamiento sobre lo divino, lo humano y el mundo, llegan de alguna manera a la necesidad del testigo: los avataras, los profetas, los fundadores, etc. La originalidad del cristianismo es que ese testigo va mucho más allá de lo que cualquier religión realizó, porque de hecho o era blasfemo o era ridículo: Dios mismo se hace testigo de sí mismo. Es realmente un escándalo, pero si el cristianismo no es eso, entonces es una vulgar estafa.
La fe no es racional, sino razonable, esto es, que una vez admitido el testigo, todo es susceptible de ser razonado. Por eso es posible el dialogo con la razón. Siempre lo ha habido, y siempre lo habrá. La Iglesia es consciente de esto, por eso sigue insistiendo. Te recomiendo mucho la lectura de la Encíclica Fides et Ratio. Es la síntesis de lo que la Iglesia entiende por relaciones entre fe y razón.
El problema de fondo es aceptar al que une en sí todas las verdades percibidas de forma dispersa, Jesucristo.
Vale por hoy. Si el tiempo me lo permite y te parece, quisiera comentar en otro momento que tenga lo relativo a las religiones "oficiales".
Ha sido un placer

sábado, febrero 11, 2006

Todo lo ha hecho bien

Estos últimos días he participado en algunas reflexiones en otros blogs sobre temas en relación con la Teodicea, o defensa de la existencia y del amor de Dios ante el fenomeno del mal. Lo podeis encontrar en Desde mi roble.
El título de esta aportación me lo ha dado hoy la Sagrada Escritura al celebrar la Santa Misa. Es el comentario de asombro del pueblo ante el poder de Jesús. Como estos días he estado reflexionando sobre la acción de Dios y la presencia del mal en el mundo, lo he asociado inmediatamente con algo que me ocurrió cuando estudiaba la Teología en Burgos. Un día iba por la calle, cerca de la puerta de Santa María -una preciosa puerta medieval- y vi un grupo de personas que tenían deficiencias mentales o síndrome de Down. Estaban de excursión, y les acompañaban sus tutores y muchos jovenes que debían de hacer la labor de voluntarios. Todos estaban contentos, se notaba que estaban encantados con la excursión. Era uno de esos días de primavera que hacen de Burgos una ciudad muy especial. Y entonces me vino a la memoria esta expresión del Nuevo Testamento "Todo lo ha hecho bien". Me di cuenta en ese momento que esas personas sufrían de una limitación, que por la crueldad de muchos se convierte en un factor de exclusión. Y sin embargo tambien hay muchas personas que no están dispuestos a eso, que dan su tiempo, su cariño, su vida por hacer mejor la vida de los que no han sido tan favorecidos. Nuestras limitaciones, sean del orden que sean, suponen una llamada al amor en quien las detecta, en quien las conoce. Esta unión e interdependencia de todos conduce a la plenitud en el amor. Y sino, que se lo pregunten a la Madre Teresa de Calcutta, bienaventurada.
No quisiera ser tachado de moralizante, pero al estilo de San Ignacio de Loyola, cabría preguntarse que he hecho hasta ahora para alcanzar esta perfección de todos a pesar de nuestras limitaciones individuales por el amor. ¿Que hago actualmente? y reflexionando un poco, ¿qué estoy dispuesto a hacer para que todo realmente este bien hecho?
Yo de momento quedo enfrascado en la búsqueda de mis respuestas. Eso sí, creo que con una mirada al Crucificado éstas se me van perfilando.

miércoles, febrero 08, 2006

Mereth o Tarwendili


¡Que alegría convivir los hermanos unidos! Os presento a los participantes del primer retiro de aficionados a la obra de Tolkien con fe católica.

domingo, febrero 05, 2006

Comentario inserto en Desde mi roble sobre la ausencia de Dios ante el mal

Este tema desde luego ha originado una disciplina propia en la Teología, la Teodicea -el decir bien de Dios-. Fue, si no recuerdo mal, el filósofo Leibniz quien la acuño tras el gran terremoto de Lisboa que fue un shock para el mundo occidental del siglo XVIII. La idea de Dios como espectador viene del deísmo ilustrado; Dios sería el gran arquitecto, o el gran relojero, que una vez creada la maquinaria se desentiende de ella. Es ciertamente una visión incompleta de Dios, pero con ello se quiso justificar la ausencia de Dios y la persistencia del mal en el mundo.Yo personalmente creo que la presencia del mal en el mundo y la ausencia a primera vista de Dios es más bien un problema sobre la libertad del hombre. No quisiera extenderme innecesariamente, pero creo que este es un solido punto de partida, porque se parte de dos principios sobre los que podemos estar de acuerdo mucha gente con preocupación por el tema. El primer principio lo podríamos formular como hipótesis, para poder incluir a imperator en nuestra reflexión, que sería la existencia de un Dios creador. El segundo principio sería que el hombre es libre, y que esta libertad es una de sus características principales, y lo siento, pero a pesar de las dificultades al respecto sobre nuestro grado de libertad hay que presentarla como tésis, puesto que necesitamos un punto de partida mínimo. Si negamos la libertad del hombre, al menos en cuanto una capacidad esencial, esta discusión no tiene sentido.Sentados estos principios yo sostengo que Dios interviene, y que no es ajeno al sufrimiento del hombre. El único límite, la única barrera a su acción es la libertad que nos ha otorgado. O somos libres, y por tanto responsables de nuestros actos, o somos una sombra sin sentido. Yo afirmo la libertad del hombre, porque sin libertad no podría realizar lo más grande y lo que en definitiva lo define, que es el amor, y este entendido como el culmen de la evolución: autoconciencia capaz de poseerse para donarse.Dios respeta la libertad porque el amor es precisamente lo que nos hace imagen y semejanza suya. Esto hace del hombre algo realmente maravilloso, pero la contrapartida es que fallar en ello supone un auténtico drama. La raíz del mal moral ( o ético, me es indistinto, pues etimológicamente significan lo mismo) está en la negativa del hombre al amor.De momento os dejo esto, y si surge seguiré profundizando si os parece.

sábado, febrero 04, 2006

La fuerza transformadora de la fe

Hoy he sustituido a un amigo en su parroquia por enfermedad. Celebraban la fiesta de San Blas. Algo me sorprendió, y mucho. Poco antes de comenzar la Misa entraron en la Iglesia unos niños con unos cencerros atados a la cintura, dando botes como locos, y así se pusieron delante del santo llenos de alegría. Yo pensé que estaba ante una estampa pagana. Y puede ser. Algunos ritos paganos fueron "bautizados" o integrados en la práctica religiosa, y son parte difuminada de lo que llamamos religiosidad popular. Lo más grande es que si esos niños saltan con sus cencerros pensando que están haciendo un homenaje a san Blas, y así se lo enseñan, están haciendo un acto cultual lleno de sentido. No un gran acto cultual, pero al menos si purificado y estimulador de la fe.
Pero no estoy muy convencido de que en el caso de estos niños así sea. A lo sumo vinculan el fenómeno religioso con una cosa divertida mientras son niños, pero nada más. Cuando crezcan descristianizados en esta Europa neopagana identificarán peligrosamente el fenómeno religioso con un acto primitivo, o que al menos a mí me lo parece.
La fe es capaz de transformar todas las dimensiones de la vida humana. Muchas de nuestras tradiciones en un contexto de vaciamiento de la fe corren el peligro de desaparecer o simplemente ser absurdas.

viernes, febrero 03, 2006

Amor y Respeto

Hoy, tras mis gestiones en el obispado en Cuenca, he estado con un matrimonio al que quiero mucho. Hablando con ellos surgio el tema del respeto en las relaciones interpersonales. Me hicieron caer en la cuenta como en la fórmula para contraer matrimonio en la Iglesia Católica se le pregunta a los novios si están dispuestos a amar y respetar.
El respeto es sin duda ninguna una dimensión del amor. Sin él se cae inmediatamente en la instrumentalización de la persona. Según ibamos hablando, se hizo la siguiente reflexión: en los pueblos el respeto tiene un componente casi sagrado. A la persona, independientemente de su condición social se la valora por el trabajo realizado, por una vida honrada y laboriosa, y eso exige que en su ancianidad se le respete como álguien que se consagró en cuerpo y alma a su labor. Realmente queda muy lejos del manido y en la práctica fracasado punto de vista marxista sobre la alienación del trabajo.
A la persona se la respeta por lo que realiza, pero en función de lo que él es. Lo que realiza es una manifestación de su ser. A la mula que le acompañó en sus labores no se la respeta. Así, en el amor el respeto es en función no de lo que siento hacia una persona, sino de lo que esa persona es. Es lo que se denomina la dignidad inalienable de la persona. Inalienable porque ni el estado totalitario tiene derecho a hundir a la persona en la masa y olvidar así su dignidad como tampoco un individual tiene derecho a saltarse esa dignidad por muchos títulos de pretensión tenga sobre esa persona (esponsalidad, amistad, familiaridad).
En definitiva, el respeto nos hace reconocer que en el otro hay un santuario interior, un recinto sagrado, donde nadie tiene derecho a entrar y al cual todos están obligados a valorar. Y además el cristiano tiene un añadido: sabe que es el lugar de la presencia de Dios en esa persona.
El amor será más genuino en la medida en que sepa respetar.

jueves, febrero 02, 2006

Europa sin valores, desde Jabalera

Hoy he celebrado en mi parroquia de Santa María la Mayor de Jabalera la Fiesta de las Candelas, que es como denominan popularmente la fiesta de la Purificación de María. Jabalera tiene 40 habitantes en invierno, y no llegará a 100 en el verano. Sus gentes son sencillas, amables, diría que con una nobleza natural. Me recuerdan lo que ha supuesto el cristianismo en la configuración de las distintas sociedades europeas. Sin saberlo quiza, y sin ni siquiera ser un icono de perfección, encarnan sin embargo los valores propios de una sociedad fuertemente imbuida del ideal cristiano: generosidad, caridad, equidad, humildad, conformidad, paciencia, esperanza, alegría... Me pregunto que hará Europa, cómo será, cuando pase la generación de estas gentes, la última que ha asumido sin problemas estos valores. La Iglesia desde luego seguirá adelante, primero porque la Iglesia no es Europa, ya ni siquiera desde el punto de vista demográfico - el peso se está inclinando hacia América - y porque el Concilio Vaticano II va dando sus frutos, formando un grupo de fieles, tanto laicos como consagrados, que aunque minoritarios están profundamente enraizados en Cristo. No, mi preocupación va dirigida hacia la sociedad, tanto en su expresión cotidiana como en su configuración política. ¿Es posible una Europa generadora de cultura y de valores como la hemos conocido hasta hace poco, a pesar de sus tremendos desastres históricos? Una Europa de espaldas al evangelio ¿que futuro tiene?

miércoles, febrero 01, 2006

Desde mi roble: Desde Cuenca

Desde mi roble: Desde Cuenca
Josu, aunque tarde, entraba a explicar lo que es unaexposición menor, pero veo que no es necesario. ¡¡Gracias!!

Declan Huerta

Europa necesita esperanza

Esperanza. Esa es una virtud que Europa va perdiendo a marchas forzadas. ¿Cómo explicar sino la crisis actual de valores que atraviesan las distintas sociedades europeas? Como no hay nada que esperar del futuro, este se hipoteca y se compromete peligrosamente viviendo un presente sin reglas, sin objetividad, sin orden moral, intentando buscar desesperadamente una libertad y una felicidad que no llegan.
Este documento es una llamada del Papa muy urgente a todos los cristianos de Europa. No podemos asistir impasibles, ni mucho menos ser cómplices de la degradación de nuestra sociedad en todos sus ordenes. Hay que dar testimonio, y este testimonio ha de ser una confesión de esperanza basada en una firme confesión de fe. Vivir sin reparos y con auténtica alegría todas las exigencias del evangelio en medio de la sociedad, no en privado y como a escondidas.
Desde pequeño, Europa me ha llamado mucho la atención. Quizá por ser hijo de un español y una irlandesa, y haber vivido mi infancia fuera de ella. Pasaba horas delante de mapas geográficos, políticos e históricos, casi desde el uso de razón, entre otras cosas porque salir a jugar a la calle donde yo vivía era algo inconcebible para un niño, porque era peligroso. Eso de ser europeo me gustaba, y me sentía orgulloso de ello. Su historia me fascinaba: los romanos, los castillos, los descubrimientos, los imperios y sus reyes. A pesar de sus etapas oscuras y hasta de sus maldades, la atracción de lo noble y de lo bello de su historia me atraía enormemente. Sentía admiración por lo que Europa había aportado a la historia de la civilización. Con el tiempo me he dado cuenta que eso que tanto me fascina de Europa es su tronco común, que todo lo vertebra: su fe en Jesucristo. Así, el Papa nos dice “El interés que la Iglesia tiene por Europa deriva de su misma naturaleza y misión. En efecto, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha mantenido lazos muy estrechos con nuestro Continente, de tal modo que la fisonomía espiritual de Europa se ha ido formando gracias a los esfuerzos de grandes misioneros y al testimonio de santos y mártires, a la labor asidua de monjes, religiosos y pastores. De la concepción bíblica del hombre, Europa ha tomado lo mejor de su cultura humanista, ha encontrado inspiración para sus creaciones intelectuales y artísticas, ha elaborado normas de derecho y, sobre todo, ha promovido la dignidad de la persona, fuente de derechos inalienables. De este modo la Iglesia, en cuanto depositaria del Evangelio, ha contribuido a difundir y a consolidar los valores que han hecho universal la cultura europea.” (nº25)
Europa es una unidad cultural en la diversidad por el cristianismo. Pero estas raíces se menosprecian actualmente. Una señal más que evidente es el hecho de no querer mencionar entre las herencias de Europa en su proyecto de constitución al cristianismo, que la ha hecho ser lo que es. Profecía: si esta nueva tentativa de unión quiere dar positivamente la espalda a Cristo, está cavando su propia fosa. No prosperará. Habrá una crisis económica algún día, más tarde o más temprano, y todo se disgregará.
En este ambiente ha salido una exhortación apostólica del Papa dirigida exclusivamente a la Iglesia en Europa. Europa ha de recuperar sus raíces cristianas, y solo lo hará si los cristianos europeos recuperamos una dimensión fundamental en nuestra vida: la esperanza cristiana.
En Europa hay muchos síntomas que evidencian la pérdida de esperanza. La caída de la natalidad, la desintegración de la familia, búsqueda del placer pero no de la responsabilidad que eso lleva consigo, preferencia de la muerte antes de asumir el reto de la dignidad de la persona humana en todas las etapas de la vida... Es ante estos síntomas concretos donde se nos llama a dar testimonio.
La confesión de fe que los cristianos debemos de hacer es la siguiente: Jesucristo es el Señor (cf nº18). Y es sobre esta confesión de fe dónde debemos construir nuestro testimonio de esperanza. Hay que asumir que Jesús es el Señor en todos los ordenes de nuestra vida. Nada de guardarse parcelas oscuras en la conciencia donde no dejamos que Dios reine. Son esos “sí, pero..” que amordazan la palabra de Dios, esos subterfugios de conciencia para vivir cómodamente. Hay que desterrar todo esto y dejar que en todo Jesús sea el Señor.
Cuando esto queda claro, y uno está dispuesto a vivirlo, entonces es cuando se puede dar testimonio de nuestra esperanza, en actos muy concretos, muy sencillos, pero tremendamente urgentes.
El Papa nos da claves de cuáles son las razones para nuestra esperanza, y lo hace en forma de oración: “En base a esta confesión de fe brota de nuestro corazón y de nuestros labios « una alegre confesión de esperanza: ¡tú, Señor, resucitado y vivo, eres la esperanza siempre nueva de la Iglesia y de la humanidad; tú eres la única y verdadera esperanza del hombre y de la historia; tú eres entre nosotros “la esperanza de la gloria” (Col 1, 27) ya en esta vida y también más allá de la muerte! En ti y contigo podemos alcanzar la verdad, nuestra existencia tiene un sentido, la comunión es posible, la diversidad puede transformarse en riqueza, la fuerza del Reino ya está actuando en la historia y contribuye a la edificación de la ciudad del hombre, la caridad da valor perenne a los esfuerzos de la humanidad, el dolor puede hacerse salvífico, la vida vencerá a la muerte y lo creado participará de la gloria de los hijos de Dios ».” (nº 18)Si lo lleváramos a nuestra oración y buscáramos hacerlo vida, después de un examen concreto de nuestra propia vida, podríamos estar preparados para dar el testimonio que nuestra sociedad europea verdaderamente necesita, y que lo busca sin saber donde hallarlo. ¿No crees que merece la pena planteártelo? Jesús busca gente capaz de dar ese testimonio ahí donde vive, que no es otra cosa que testimonio de su amor.