martes, julio 11, 2006

Con el Papa

He podido estar al final en Valencia el sábado, gracias a un buen amigo que se preocupó por mi y me llamó el miércoles antes de la llegada del Papa para ofrecerse a gestionarme una acreditación para la catedral el sábado por la mañana. Gracias a ello pude hacer una escapada que me ha permitido estar con él y poder a la vez atender a mis parroquias el domingo.
La verdad es que todos estos eventos me ayudan a vivir la dimensión universal de la Iglesia, y en esto destacaría dos puntos.
El primero es el hecho de ver tanta gente congregada para un mismo fin, que es el de alabar a Dios por el inmenso don de la familia. Pude identificar gente de Italia, Ecuador, Corea, Nigeria, Alemania... una auténtica fraternidad. Además con aliciente: todos en familia. Esto era distinto a las Jornadas mundiales de la juventud, otro ritmo. Me atrevería a decir que la alegria que se palpaba era más serena, más profunda. No en balde los padres de familia han pasado por diversas experiencias, y han madurado más en su fe en esa entrega mutua de cada día. Me encantó verles con sus hijos, con un ritmo tranquilo. Muy bien.
El segundo punto que destacaría de esta universalidad de la Iglesia es la actitud y las palabras del Papa. Confieso que la situación actual en España respecto de la familia es algo que todos tenemos muy presente, y esto nos conduce a bajar la guardia respecto de la caridad y de los juicios duros -al menos a mí me pasa- y hablar de una manera poco acorde con el evangelio. El testimonio del Papa en este sentido me ha impresionado. Que bien ha hablado de la familia, y sin convertirlo en un objeto de confrontación directa con nuestros gobernantes. La verdad en la caridad. Por si había álguien en la duda, un argumento más del peligro de la iglesias nacionales. Ha sido un golpe de aire fresco que ha venido desde fuera para reafirmarnos en la verdad pero desde el amor. Su actitud ante la vicepresidenta es algo de lo que tomo nota.

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