domingo, febrero 05, 2006

Comentario inserto en Desde mi roble sobre la ausencia de Dios ante el mal

Este tema desde luego ha originado una disciplina propia en la Teología, la Teodicea -el decir bien de Dios-. Fue, si no recuerdo mal, el filósofo Leibniz quien la acuño tras el gran terremoto de Lisboa que fue un shock para el mundo occidental del siglo XVIII. La idea de Dios como espectador viene del deísmo ilustrado; Dios sería el gran arquitecto, o el gran relojero, que una vez creada la maquinaria se desentiende de ella. Es ciertamente una visión incompleta de Dios, pero con ello se quiso justificar la ausencia de Dios y la persistencia del mal en el mundo.Yo personalmente creo que la presencia del mal en el mundo y la ausencia a primera vista de Dios es más bien un problema sobre la libertad del hombre. No quisiera extenderme innecesariamente, pero creo que este es un solido punto de partida, porque se parte de dos principios sobre los que podemos estar de acuerdo mucha gente con preocupación por el tema. El primer principio lo podríamos formular como hipótesis, para poder incluir a imperator en nuestra reflexión, que sería la existencia de un Dios creador. El segundo principio sería que el hombre es libre, y que esta libertad es una de sus características principales, y lo siento, pero a pesar de las dificultades al respecto sobre nuestro grado de libertad hay que presentarla como tésis, puesto que necesitamos un punto de partida mínimo. Si negamos la libertad del hombre, al menos en cuanto una capacidad esencial, esta discusión no tiene sentido.Sentados estos principios yo sostengo que Dios interviene, y que no es ajeno al sufrimiento del hombre. El único límite, la única barrera a su acción es la libertad que nos ha otorgado. O somos libres, y por tanto responsables de nuestros actos, o somos una sombra sin sentido. Yo afirmo la libertad del hombre, porque sin libertad no podría realizar lo más grande y lo que en definitiva lo define, que es el amor, y este entendido como el culmen de la evolución: autoconciencia capaz de poseerse para donarse.Dios respeta la libertad porque el amor es precisamente lo que nos hace imagen y semejanza suya. Esto hace del hombre algo realmente maravilloso, pero la contrapartida es que fallar en ello supone un auténtico drama. La raíz del mal moral ( o ético, me es indistinto, pues etimológicamente significan lo mismo) está en la negativa del hombre al amor.De momento os dejo esto, y si surge seguiré profundizando si os parece.

1 comentario:

keleb-dûr dijo...

Bueno, ya he dejado mi comentario al respecto en el blog de Eleder, pero no quería dejarme de pasar por aquí. Este va a ser un blog muy interesante en el que voy a aprender mucho.

Un saludo.

Olatz.