viernes, marzo 23, 2007

El silencio

Uno de los grandes componentes del equilibrio psicológico es el silencio. Tanto tener momentos de silencio ambiental como el ser capaz de crear silencio.
Si hay algo que define nuestra sociedad occidental es que es incapaz de soportar el silencio. El cardenal Newman decía que el hombre es incapaz de soportar diez minutos de silencio,porque irremediablemente tendría que enfrentarse consigo mismo, con la realidad de lo que uno es. Esto lo decía a mediados del siglo XIX, y sin embargo es perfectamente aplicable a nuestro tiempo.
Cuando estuve en el noviciado empecé a valorar el silencio. A mis veinte años era una experiencia casi desconocida para mi. No me resulto difícil adaptarme, porque en el fondo era algo que llevaba deseando desde que tenía uso de razón. El ritmo de una vida metódica, los tiempos para cada cosa, la ausencia de prisas... un paraíso si cabe sobre la tierra. Pero la experiencia definitiva fueron los ejercicios espirituales ignacianos de un mes. Yo creía que podría vivir así toda la vida, en oración y silencio. La película de "El gran silencio" me recordó mucho esta experiencia.
Todavía me acuerdo de la vivencia que tuve al finalizar la segunda semana. Salí del monasterio para acompañar a un sacerdote que tenía que celebrar misas en los pueblos de los alrededores, pues era domingo. Por primera vez en mi vida sentí intensísimamente como todo era reflejo de Dios. La naturaleza brillaba con una fuerza tal que nunca había descubierto antes. El verde era más verde que nunca y era vida. No hablé en toda la mañana, aunque era día de descanso. No podía. Se había creado una corriente en mi interior de presencia de Dios que me parecía fastidioso tener que romper ese silencio.
La oración es esto. Es este silencio que me hace vivir la presencia de Dios y el diálogo íntimo. Desde entonces he pasado por distintas fases en la oración, hasta casi dejarla muy a mi pesar en algún momento. Pero ese silencio deja su llaga en lo profundo, y no se puede pasar mucho tiempo sin hacer caso a esa llamada de intimidad con Dios que es la oración. Negar esta llamada sería destructivo. Por eso la importancia de la perseverancia. Como decía mi profesor de Teología Espiritual, Don Jose María Iraburu, aunque nuestra aridez sea tal que lo único que nos da ganas es de colgarnos del primer arbol, hay que perseverar. Buscar ese silencio para hallarle lo supone todo para una vida genuinamente cristiana.

8 comentarios:

Cristian dijo...

Declan:
El tema del silencio es una gran herramienta de discernimiento en la vida; desde él podemos acercarnos mejor al misterio de Dios. Yo al entrar al Seminario recuerdo que me propuse dejar que Dios hablara, y yo guardara silencio... Bendiciones.

Anónimo dijo...

Don Declan,
que alegría el ver que de nuevo nos ilustra con sus aportaciones en el blog, seguiré con entusiasmo cada nueva publicación.
Un fuerte abrazo!
Néstor.

Declan Huerta Murphy dijo...

Dejarle hablar... ¿qué pensará una mente agnóstica al respecto? A mi me impresiona lo profundamente real que es para mí la presencia de Dios en mi vida. El cardenal Newman decía al respecto que para él lo más real que existía en el mundo era su relación con Dios, y que incluso era más proclive a dudar de cualquier otro fenómeno de su vida que de esto.

Declan Huerta Murphy dijo...

Con amigos como tú Nestor da mucho gusto. ¡Bienvenido de nuevo!

Cristian dijo...

Si Declan... dejarle hablar... para quienes es evidente esa Presencia, no necesita explicaciones. Seguro para un agnóstico, no tendría mucho sentido, pero de seguro hasta ellos lo entenderían si tuviesen las evidencias que al menos yo he tenido para descubrir mi vocación. Bendiciones.

Declan Huerta Murphy dijo...

Si hicieran silencio...

Jovenes con Ideales dijo...

Es muy cierto lo del silencio, y msa en los jovenes, desde ya que a muchos no le gusta el silenco porque no quieren encontrarse con ellos mismos, encontrarse con la miseria de uno puede ser desesperante... como decia pasca: conocer a Dios sin conocer la miseria del hombre proboca orgullo, conocer a la miseria del hombre sin conocer a Dios, proboca desesperacion, el conocimiento de Cristo Jesus es el conocimiento perfectto donde se encuentran la miseria del hombre y la grandesa de Dios.( o algo asi era la cita)... Que Dios lo bendiga padre... visite nuestro blog de jovenes...

Anónimo dijo...

Que exelente testimonio Padre. vivimos en mundo plagado de ruido que ni siquiera en las iglesias se puede apreciar este contemplar y disfrutar del silencio por ejemplo en la catedral de mi ciudad como queda serca del parque frente a ella se colocan con musica de contenido no muy grato (regeton)y es practicamente uno de los unicos lugares en se puede estar con el Santisimo Sacramento porque permanece abierto todo el dia hasta la ultima misa de 6:15pm-7:15pm.

Taves quiera regalarme un poco de oracion que lo necesito mucho.

Saludes cordiales
Jorge
Honduras
San Pedro Sula