domingo, febrero 12, 2006

Necesidad de un testigo; respuesta a pensamientos a la luz del dia

Estimado Andrés 2.0, he seguido con una sonrisa lo que nos has contado. Una sonrisa porque creo ver reflejado un problema de fondo muy interesante. Hace tiempo leí un libro que explicaba el acto de fe, de Joseph Pieper. En él daba un criterio que considero importante en relación a este tema. Para Pieper, la vida del hombre esta constantemente en acto de fe. El acto de fe para él es la confianza en el testigo. Así, cuando un profesor enseña geografía o historia, a pesar de la falta de contacto espacial o temporal con el fenómeno, si embargo damos crédito a lo que escuchamos. Damos crédito porque tanto en la persona como en las circunstancias concurren una serie de hechos que nos hacen pensar que lo que nos dice es verdadero, aunque no todo lo que diga es susceptible de ser verificable en ese momento.
Yo sinceramente creo que esto es verdad. Constantemente tomamos decisiones y optamos por una cosa y rechazamos otra en un proceso de fe humana, por llamarlo de alguna manera.
La fe divina, entendida como fe en lo divino, sigue un proceso similar. Todas las religiones a lo largo de la Historia han intentado llegar a lo divino en base a una serie de verdades percibidas parcialmente, -y si quieres- escondidas bajo un montón de "basura": supersticiones, prejuicios, odios raciales o culturales, aberraciones, desprecio de la dignidad del hombre, etc. Y aún bajo esa capa de mentiras, no dejan de ser semillas de verdad, como dice la teología católica.
Un acto de fe divino necesita, como un acto de fe humano, de un testigo. Y creo que este es un punto realmente importante. Porque se pueden percibir muchas verdades, y en eso estoy de acuerdo contigo respecto a lo de la inducción, pero no por ello tengo un corpus orgánico de la verdad. El testigo es el que hace que esas verdades tengan un corpus, y todas digan algo de la verdad única. De ahí la importancia de la encarnación. Si te fijas, casi todas las religiones, especialmente aquellas que han pretendido estructurar su pensamiento sobre lo divino, lo humano y el mundo, llegan de alguna manera a la necesidad del testigo: los avataras, los profetas, los fundadores, etc. La originalidad del cristianismo es que ese testigo va mucho más allá de lo que cualquier religión realizó, porque de hecho o era blasfemo o era ridículo: Dios mismo se hace testigo de sí mismo. Es realmente un escándalo, pero si el cristianismo no es eso, entonces es una vulgar estafa.
La fe no es racional, sino razonable, esto es, que una vez admitido el testigo, todo es susceptible de ser razonado. Por eso es posible el dialogo con la razón. Siempre lo ha habido, y siempre lo habrá. La Iglesia es consciente de esto, por eso sigue insistiendo. Te recomiendo mucho la lectura de la Encíclica Fides et Ratio. Es la síntesis de lo que la Iglesia entiende por relaciones entre fe y razón.
El problema de fondo es aceptar al que une en sí todas las verdades percibidas de forma dispersa, Jesucristo.
Vale por hoy. Si el tiempo me lo permite y te parece, quisiera comentar en otro momento que tenga lo relativo a las religiones "oficiales".
Ha sido un placer

sábado, febrero 11, 2006

Todo lo ha hecho bien

Estos últimos días he participado en algunas reflexiones en otros blogs sobre temas en relación con la Teodicea, o defensa de la existencia y del amor de Dios ante el fenomeno del mal. Lo podeis encontrar en Desde mi roble.
El título de esta aportación me lo ha dado hoy la Sagrada Escritura al celebrar la Santa Misa. Es el comentario de asombro del pueblo ante el poder de Jesús. Como estos días he estado reflexionando sobre la acción de Dios y la presencia del mal en el mundo, lo he asociado inmediatamente con algo que me ocurrió cuando estudiaba la Teología en Burgos. Un día iba por la calle, cerca de la puerta de Santa María -una preciosa puerta medieval- y vi un grupo de personas que tenían deficiencias mentales o síndrome de Down. Estaban de excursión, y les acompañaban sus tutores y muchos jovenes que debían de hacer la labor de voluntarios. Todos estaban contentos, se notaba que estaban encantados con la excursión. Era uno de esos días de primavera que hacen de Burgos una ciudad muy especial. Y entonces me vino a la memoria esta expresión del Nuevo Testamento "Todo lo ha hecho bien". Me di cuenta en ese momento que esas personas sufrían de una limitación, que por la crueldad de muchos se convierte en un factor de exclusión. Y sin embargo tambien hay muchas personas que no están dispuestos a eso, que dan su tiempo, su cariño, su vida por hacer mejor la vida de los que no han sido tan favorecidos. Nuestras limitaciones, sean del orden que sean, suponen una llamada al amor en quien las detecta, en quien las conoce. Esta unión e interdependencia de todos conduce a la plenitud en el amor. Y sino, que se lo pregunten a la Madre Teresa de Calcutta, bienaventurada.
No quisiera ser tachado de moralizante, pero al estilo de San Ignacio de Loyola, cabría preguntarse que he hecho hasta ahora para alcanzar esta perfección de todos a pesar de nuestras limitaciones individuales por el amor. ¿Que hago actualmente? y reflexionando un poco, ¿qué estoy dispuesto a hacer para que todo realmente este bien hecho?
Yo de momento quedo enfrascado en la búsqueda de mis respuestas. Eso sí, creo que con una mirada al Crucificado éstas se me van perfilando.

miércoles, febrero 08, 2006

Mereth o Tarwendili


¡Que alegría convivir los hermanos unidos! Os presento a los participantes del primer retiro de aficionados a la obra de Tolkien con fe católica.

domingo, febrero 05, 2006

Comentario inserto en Desde mi roble sobre la ausencia de Dios ante el mal

Este tema desde luego ha originado una disciplina propia en la Teología, la Teodicea -el decir bien de Dios-. Fue, si no recuerdo mal, el filósofo Leibniz quien la acuño tras el gran terremoto de Lisboa que fue un shock para el mundo occidental del siglo XVIII. La idea de Dios como espectador viene del deísmo ilustrado; Dios sería el gran arquitecto, o el gran relojero, que una vez creada la maquinaria se desentiende de ella. Es ciertamente una visión incompleta de Dios, pero con ello se quiso justificar la ausencia de Dios y la persistencia del mal en el mundo.Yo personalmente creo que la presencia del mal en el mundo y la ausencia a primera vista de Dios es más bien un problema sobre la libertad del hombre. No quisiera extenderme innecesariamente, pero creo que este es un solido punto de partida, porque se parte de dos principios sobre los que podemos estar de acuerdo mucha gente con preocupación por el tema. El primer principio lo podríamos formular como hipótesis, para poder incluir a imperator en nuestra reflexión, que sería la existencia de un Dios creador. El segundo principio sería que el hombre es libre, y que esta libertad es una de sus características principales, y lo siento, pero a pesar de las dificultades al respecto sobre nuestro grado de libertad hay que presentarla como tésis, puesto que necesitamos un punto de partida mínimo. Si negamos la libertad del hombre, al menos en cuanto una capacidad esencial, esta discusión no tiene sentido.Sentados estos principios yo sostengo que Dios interviene, y que no es ajeno al sufrimiento del hombre. El único límite, la única barrera a su acción es la libertad que nos ha otorgado. O somos libres, y por tanto responsables de nuestros actos, o somos una sombra sin sentido. Yo afirmo la libertad del hombre, porque sin libertad no podría realizar lo más grande y lo que en definitiva lo define, que es el amor, y este entendido como el culmen de la evolución: autoconciencia capaz de poseerse para donarse.Dios respeta la libertad porque el amor es precisamente lo que nos hace imagen y semejanza suya. Esto hace del hombre algo realmente maravilloso, pero la contrapartida es que fallar en ello supone un auténtico drama. La raíz del mal moral ( o ético, me es indistinto, pues etimológicamente significan lo mismo) está en la negativa del hombre al amor.De momento os dejo esto, y si surge seguiré profundizando si os parece.

sábado, febrero 04, 2006

La fuerza transformadora de la fe

Hoy he sustituido a un amigo en su parroquia por enfermedad. Celebraban la fiesta de San Blas. Algo me sorprendió, y mucho. Poco antes de comenzar la Misa entraron en la Iglesia unos niños con unos cencerros atados a la cintura, dando botes como locos, y así se pusieron delante del santo llenos de alegría. Yo pensé que estaba ante una estampa pagana. Y puede ser. Algunos ritos paganos fueron "bautizados" o integrados en la práctica religiosa, y son parte difuminada de lo que llamamos religiosidad popular. Lo más grande es que si esos niños saltan con sus cencerros pensando que están haciendo un homenaje a san Blas, y así se lo enseñan, están haciendo un acto cultual lleno de sentido. No un gran acto cultual, pero al menos si purificado y estimulador de la fe.
Pero no estoy muy convencido de que en el caso de estos niños así sea. A lo sumo vinculan el fenómeno religioso con una cosa divertida mientras son niños, pero nada más. Cuando crezcan descristianizados en esta Europa neopagana identificarán peligrosamente el fenómeno religioso con un acto primitivo, o que al menos a mí me lo parece.
La fe es capaz de transformar todas las dimensiones de la vida humana. Muchas de nuestras tradiciones en un contexto de vaciamiento de la fe corren el peligro de desaparecer o simplemente ser absurdas.

viernes, febrero 03, 2006

Amor y Respeto

Hoy, tras mis gestiones en el obispado en Cuenca, he estado con un matrimonio al que quiero mucho. Hablando con ellos surgio el tema del respeto en las relaciones interpersonales. Me hicieron caer en la cuenta como en la fórmula para contraer matrimonio en la Iglesia Católica se le pregunta a los novios si están dispuestos a amar y respetar.
El respeto es sin duda ninguna una dimensión del amor. Sin él se cae inmediatamente en la instrumentalización de la persona. Según ibamos hablando, se hizo la siguiente reflexión: en los pueblos el respeto tiene un componente casi sagrado. A la persona, independientemente de su condición social se la valora por el trabajo realizado, por una vida honrada y laboriosa, y eso exige que en su ancianidad se le respete como álguien que se consagró en cuerpo y alma a su labor. Realmente queda muy lejos del manido y en la práctica fracasado punto de vista marxista sobre la alienación del trabajo.
A la persona se la respeta por lo que realiza, pero en función de lo que él es. Lo que realiza es una manifestación de su ser. A la mula que le acompañó en sus labores no se la respeta. Así, en el amor el respeto es en función no de lo que siento hacia una persona, sino de lo que esa persona es. Es lo que se denomina la dignidad inalienable de la persona. Inalienable porque ni el estado totalitario tiene derecho a hundir a la persona en la masa y olvidar así su dignidad como tampoco un individual tiene derecho a saltarse esa dignidad por muchos títulos de pretensión tenga sobre esa persona (esponsalidad, amistad, familiaridad).
En definitiva, el respeto nos hace reconocer que en el otro hay un santuario interior, un recinto sagrado, donde nadie tiene derecho a entrar y al cual todos están obligados a valorar. Y además el cristiano tiene un añadido: sabe que es el lugar de la presencia de Dios en esa persona.
El amor será más genuino en la medida en que sepa respetar.

jueves, febrero 02, 2006

Europa sin valores, desde Jabalera

Hoy he celebrado en mi parroquia de Santa María la Mayor de Jabalera la Fiesta de las Candelas, que es como denominan popularmente la fiesta de la Purificación de María. Jabalera tiene 40 habitantes en invierno, y no llegará a 100 en el verano. Sus gentes son sencillas, amables, diría que con una nobleza natural. Me recuerdan lo que ha supuesto el cristianismo en la configuración de las distintas sociedades europeas. Sin saberlo quiza, y sin ni siquiera ser un icono de perfección, encarnan sin embargo los valores propios de una sociedad fuertemente imbuida del ideal cristiano: generosidad, caridad, equidad, humildad, conformidad, paciencia, esperanza, alegría... Me pregunto que hará Europa, cómo será, cuando pase la generación de estas gentes, la última que ha asumido sin problemas estos valores. La Iglesia desde luego seguirá adelante, primero porque la Iglesia no es Europa, ya ni siquiera desde el punto de vista demográfico - el peso se está inclinando hacia América - y porque el Concilio Vaticano II va dando sus frutos, formando un grupo de fieles, tanto laicos como consagrados, que aunque minoritarios están profundamente enraizados en Cristo. No, mi preocupación va dirigida hacia la sociedad, tanto en su expresión cotidiana como en su configuración política. ¿Es posible una Europa generadora de cultura y de valores como la hemos conocido hasta hace poco, a pesar de sus tremendos desastres históricos? Una Europa de espaldas al evangelio ¿que futuro tiene?

miércoles, febrero 01, 2006

Desde mi roble: Desde Cuenca

Desde mi roble: Desde Cuenca
Josu, aunque tarde, entraba a explicar lo que es unaexposición menor, pero veo que no es necesario. ¡¡Gracias!!

Declan Huerta

Europa necesita esperanza

Esperanza. Esa es una virtud que Europa va perdiendo a marchas forzadas. ¿Cómo explicar sino la crisis actual de valores que atraviesan las distintas sociedades europeas? Como no hay nada que esperar del futuro, este se hipoteca y se compromete peligrosamente viviendo un presente sin reglas, sin objetividad, sin orden moral, intentando buscar desesperadamente una libertad y una felicidad que no llegan.
Este documento es una llamada del Papa muy urgente a todos los cristianos de Europa. No podemos asistir impasibles, ni mucho menos ser cómplices de la degradación de nuestra sociedad en todos sus ordenes. Hay que dar testimonio, y este testimonio ha de ser una confesión de esperanza basada en una firme confesión de fe. Vivir sin reparos y con auténtica alegría todas las exigencias del evangelio en medio de la sociedad, no en privado y como a escondidas.
Desde pequeño, Europa me ha llamado mucho la atención. Quizá por ser hijo de un español y una irlandesa, y haber vivido mi infancia fuera de ella. Pasaba horas delante de mapas geográficos, políticos e históricos, casi desde el uso de razón, entre otras cosas porque salir a jugar a la calle donde yo vivía era algo inconcebible para un niño, porque era peligroso. Eso de ser europeo me gustaba, y me sentía orgulloso de ello. Su historia me fascinaba: los romanos, los castillos, los descubrimientos, los imperios y sus reyes. A pesar de sus etapas oscuras y hasta de sus maldades, la atracción de lo noble y de lo bello de su historia me atraía enormemente. Sentía admiración por lo que Europa había aportado a la historia de la civilización. Con el tiempo me he dado cuenta que eso que tanto me fascina de Europa es su tronco común, que todo lo vertebra: su fe en Jesucristo. Así, el Papa nos dice “El interés que la Iglesia tiene por Europa deriva de su misma naturaleza y misión. En efecto, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha mantenido lazos muy estrechos con nuestro Continente, de tal modo que la fisonomía espiritual de Europa se ha ido formando gracias a los esfuerzos de grandes misioneros y al testimonio de santos y mártires, a la labor asidua de monjes, religiosos y pastores. De la concepción bíblica del hombre, Europa ha tomado lo mejor de su cultura humanista, ha encontrado inspiración para sus creaciones intelectuales y artísticas, ha elaborado normas de derecho y, sobre todo, ha promovido la dignidad de la persona, fuente de derechos inalienables. De este modo la Iglesia, en cuanto depositaria del Evangelio, ha contribuido a difundir y a consolidar los valores que han hecho universal la cultura europea.” (nº25)
Europa es una unidad cultural en la diversidad por el cristianismo. Pero estas raíces se menosprecian actualmente. Una señal más que evidente es el hecho de no querer mencionar entre las herencias de Europa en su proyecto de constitución al cristianismo, que la ha hecho ser lo que es. Profecía: si esta nueva tentativa de unión quiere dar positivamente la espalda a Cristo, está cavando su propia fosa. No prosperará. Habrá una crisis económica algún día, más tarde o más temprano, y todo se disgregará.
En este ambiente ha salido una exhortación apostólica del Papa dirigida exclusivamente a la Iglesia en Europa. Europa ha de recuperar sus raíces cristianas, y solo lo hará si los cristianos europeos recuperamos una dimensión fundamental en nuestra vida: la esperanza cristiana.
En Europa hay muchos síntomas que evidencian la pérdida de esperanza. La caída de la natalidad, la desintegración de la familia, búsqueda del placer pero no de la responsabilidad que eso lleva consigo, preferencia de la muerte antes de asumir el reto de la dignidad de la persona humana en todas las etapas de la vida... Es ante estos síntomas concretos donde se nos llama a dar testimonio.
La confesión de fe que los cristianos debemos de hacer es la siguiente: Jesucristo es el Señor (cf nº18). Y es sobre esta confesión de fe dónde debemos construir nuestro testimonio de esperanza. Hay que asumir que Jesús es el Señor en todos los ordenes de nuestra vida. Nada de guardarse parcelas oscuras en la conciencia donde no dejamos que Dios reine. Son esos “sí, pero..” que amordazan la palabra de Dios, esos subterfugios de conciencia para vivir cómodamente. Hay que desterrar todo esto y dejar que en todo Jesús sea el Señor.
Cuando esto queda claro, y uno está dispuesto a vivirlo, entonces es cuando se puede dar testimonio de nuestra esperanza, en actos muy concretos, muy sencillos, pero tremendamente urgentes.
El Papa nos da claves de cuáles son las razones para nuestra esperanza, y lo hace en forma de oración: “En base a esta confesión de fe brota de nuestro corazón y de nuestros labios « una alegre confesión de esperanza: ¡tú, Señor, resucitado y vivo, eres la esperanza siempre nueva de la Iglesia y de la humanidad; tú eres la única y verdadera esperanza del hombre y de la historia; tú eres entre nosotros “la esperanza de la gloria” (Col 1, 27) ya en esta vida y también más allá de la muerte! En ti y contigo podemos alcanzar la verdad, nuestra existencia tiene un sentido, la comunión es posible, la diversidad puede transformarse en riqueza, la fuerza del Reino ya está actuando en la historia y contribuye a la edificación de la ciudad del hombre, la caridad da valor perenne a los esfuerzos de la humanidad, el dolor puede hacerse salvífico, la vida vencerá a la muerte y lo creado participará de la gloria de los hijos de Dios ».” (nº 18)Si lo lleváramos a nuestra oración y buscáramos hacerlo vida, después de un examen concreto de nuestra propia vida, podríamos estar preparados para dar el testimonio que nuestra sociedad europea verdaderamente necesita, y que lo busca sin saber donde hallarlo. ¿No crees que merece la pena planteártelo? Jesús busca gente capaz de dar ese testimonio ahí donde vive, que no es otra cosa que testimonio de su amor.