miércoles, julio 05, 2006

España y la Santa Sede

He estado releyendo el discurso del nuevo embajador de España ante la Santa Sede, el Excmo. Sr. D. Francisco Vázquez, ex-alcalde de La Coruña, toda una institución en el Partido Socialista, donde no ha ocultado su condición de creyente, y donde ha roto la disciplina de su partido en todo lo que supone la defensa de la vida de los niños no nacidos a la hora de votar en el congreso de los diputados.
Es un buen discurso, pero por desgracia parece expresar más los afectos personales de este buen hombre que las disposiciones reales de nuestro gobierno irracionalmente laicista.
Comienza hablando sobre la embajada de España ante la Santa Sede, la más antigua del mundo de sede permanente. De ella dice que es un fiel reflejo del vínculo constante con la Iglesia Católica del pueblo español, cuya historia, cuya cultura y cuyas costumbres no pueden entenderse sin reconocer la fe mayoritaria de sus habitantes. Es desde luego una verdad como un castillo de grande, y desde luego algo que sería de sentido común que se tuviese en cuenta, pero lamentablemente eso no es así. No se trata solo de las actitudes del actual gobierno de España en todas las materias en las que ha ido en contra de esa historia, cultura y costumbres mencionadas; sino tambien de las iniciativas a nivel europeo, donde en el proyecto de Constitución para Europa se rechazo explícitamente cualquier mención al lugar del cristianismo en la configuración de Europa y sus valores.
Continua diciendo: Desde la fe, Santo Padre, pido a Dios que me ayude en mi tarea de representar a todos los españoles con lealtad al Gobierno que me nombra y a la vez poder servir de puente que transmita las opiniones y preocupaciones de la Santa Sede, contribuyendo así al acercamiento y entendimiento con las posturas de la Iglesia Católica Española. Pues no es poca cosa lo que tiene por delante. En la situción actual no se puede poner una vela a Dios y otra a su ausencia absoluta patrocinada por el laicismo beligerante. No veo nada, absolutamente nada fácil su labor, más que nada porque se trata de reconciliar una tesis (libertad religiosa como libertad fundamental en la sociedad) con su antítesis (la fe en tu casa y sin hacer ruído), y de momento, aparte de ilógico, no veo en nuestro embajador la habilidad de Hegel para sacarse síntesis de la manga.
Inmediatamente a continuación dice que su nombramiento conlleva una clara voluntad de diálogo por parte del Gobierno de España. Nada mas leer eso no he podido menos que temblar. ¿Diálogo? Cuando esa palabra se usa en ese gobierno no significa sino que yo te digo a ti con cursilerías lo que tú tienes que hacer, y si tú te quejas es que no quieres dialogar. Llevamos ya demasiado de eso.
Despues me he encontrado con una frase digna de formar parte de "Alicia a través del espejo": La “Alianza de Civilizaciones” propuesta en Naciones Unidas por el Presidente del Gobierno de España, es una vía coincidente con las preocupaciones ecuménicas de la Iglesia Católica. ¿Como es posible que no me haya enterado? El proceso ecuménico comenzado por la Iglesia en el Concilio Vaticano II es la fuente de inspiración de la "Alianza de Civilizaciones". Y yo que pensaba que era más bien una reunión para celebrar las fiestas de no-cumpleaños. Esto me va a dar desde luego mucho que pensar...
Don Francisco continúa diciendo que el pueblo español y su Gobierno escuchan siempre con gran atención la voz de Vuestra Santidad cuando expresa sus preocupaciones y temores por la evolución de una sociedad impregnada de un relativismo moral que las más de las veces concede a los valores materiales una preeminencia que inevitablemente termina conduciendo a la ausencia de una ética colectiva. Esto tendría que ser lo normal, al menos al ser el líder religioso de un porcentaje no desdeñable de la población española. Pero no es así. La clase política española, salvo alguna honrosa excepción, no escucha la voz de su santidad, solo sabe decir sandeces sobre la Inquisición, y son los promotores reales del relativismo moral. Son ellos los que prometieron que a España no la iba a reconocer ni la madre que la trajo al mundo tras su labor legislativa; y ese plan incluía desde luego el desmontar cualquier referente ético en la sociedad, particularmente si era católico.
Como yo supongo que nuestro embajador es un hombre de sentido común, no puede sino afirmar la doctrina constitucional sobre la libertad religiosa: La España actual, Santidad, es un Estado constitucionalmente laico, pero no laicista, que reconoce en su propia Constitución, artículo dieciséis, apartado tercero, el carácter excepcional de sus relaciones con la Iglesia Católica, enmarcadas en los vigentes Acuerdos con la Santa Sede. La laicidad del estado, entendida como la afirmación de la incompetencia del estado para inmiscuirse en los asuntos religiosos es deseable, y eso es lo que afirma la Constitución Española, así como los distintos tratados internacionales suscritos por el Estado Español en relación con los derechos humanos y los derechos fundamentales, entre ellos el de libertad religiosa. Sin embargo el estado se comporta tomando partido. En vez de garantizar los derechos de todos, tanto de creyentes como los de los no creyentes, privilegia los de los no creyentes. A la Iglesia en España no le hace falta que le recuerden la Constitución; es más bien al gobierno a quien hay que recordársela.
Tras leer el discurso no puedo sino desear a D. Francisco que lo pase lo menos mal posible en el puesto donde ha sido destinado. Puede que si lo logre le sea concedida la jefatura de la misión pro-alianza de civilizaciones.

4 comentarios:

Imperator dijo...

Hola Declan. Ya era maldita la hora :) :
No se trata solo de las actitudes del actual gobierno de España en todas las materias en las que ha ido en contra de esa historia, cultura y costumbres mencionadas; sino tambien de las iniciativas a nivel europeo, donde en el proyecto de Constitución para Europa se rechazo explícitamente cualquier mención al lugar del cristianismo en la configuración de Europa y sus valores.
Evidentemente, olvidarse del papel y la influencia que la Iglesia Católica ha tenido y tiene en España o en Europa es una mongolada. Pretender que Europa (sea eso lo que sea) se fundamente exclusivamente en el cristianismo es otro rollo. Europa es mucho más vieja que la Iglesia, y ha sido moldeada muy profundamente por fuerzas anteriores al cristianismo; fuerzas que de hecho moldearon al cristianismo en su nacimiento. Y luego el cristianismo ha competido con otras religiones que han moldeado Europa de forma decisiva. No me parece disparatado proponer una constitución europea al margen de religiones.
No veo nada, absolutamente nada fácil su labor, más que nada porque se trata de reconciliar una tesis (libertad religiosa como libertad fundamental en la sociedad) con su antítesis (la fe en tu casa y sin hacer ruído), y de momento, aparte de ilógico, no veo en nuestro embajador la habilidad de Hegel para sacarse síntesis de la manga.
No veo que la fe cristiana se vea arrinconada al hogar de cada uno, y no entiendo las afirmaciones acerca de la "persecución de la fe" por parte de cristianos que se supone son la mayoría dominante en este país. Me gustaría que me aclararas eso un poco.
Las manifestaciones religiosas en España siguen siendo públicas y bien públicas. De hecho en Granada, los vecinos de la calle Molinos pueden tardar dos horas en entrar a pie a sus casas porque la calle está llena de amables cristianos que te increparán y zarandearán si tratas de pasar para entrar en casa. Y que no se te ocurra quejarte de que las 3 de la mañana no son horas de dar la vara con una procesión pasando justo bajo tu balcón. Y esto no lo cuento de oídas :)
La Iglesia pasa por momentos más bajos que hace unos años, y la oposición es más vocal. Antes no se podía. De ahí a la persecución hay un salto enorme.
Esto tendría que ser lo normal, al menos al ser el líder religioso de un porcentaje no desdeñable de la población española. Pero no es así. La clase política española, salvo alguna honrosa excepción, no escucha la voz de su santidad, solo sabe decir sandeces sobre la Inquisición, y son los promotores reales del relativismo moral.
La clase política mal que nos pese, es reflejo de la sociedad que los vota. Y el hecho es que el Papa es el líder religioso nominal, pero no el real, de una gran mayoría de la población. Porque una cosa es que la mayoría se definan como cristianos, y otra es que eso vaya a algún lado. Como seguro que sabes bien, la fe en España es desde siempre una cuestión sobre todo de hablar y de ser visto.
Son ellos los que prometieron que a España no la iba a reconocer ni la madre que la trajo al mundo tras su labor legislativa; y ese plan incluía desde luego el desmontar cualquier referente ético en la sociedad, particularmente si era católico.
Veo aletear por ahí la idea de que sin admitir la existencia de Dios o planteándola desde un punto de vista laico, la moral no es posible. Convertir una sociedad en laica (proceso que ya lleva muchos años, no es cosa de los socialistas), no implica eliminar referentes éticos. Podremos discutir si son mejores o peores que los que sustituyen, pero están ahí.
En vez de garantizar los derechos de todos, tanto de creyentes como los de los no creyentes, privilegia los de los no creyentes.
¿De qué manera hace eso?

Declan Huerta Murphy dijo...

Ya estamos aqui.
Respecto al reconocer el lugar del cristianismo en la identidad europea, creo que es algo que no se debería poner en duda, y es por lo siguiente: en cuanto a un lugar físico, Europa ha ido cambiando de centro de gravedad. No es más que una península de Asia. Hubo un tiempo en que Europa era el mediterraneo. La demarcación de la realidad Europa en un mapa a lo largo de la historia ha variado. Europa es ante todo una manera de concebir la realidad. Somos una amalgama, a muy grosso modo, de celtas, germanos, latinos, griegos y eslavos, que hemos tenido en común en la configuración de las distintas civilizaciones el sistema filosófico grecorromano bautizado por el cristianismo. Tras la caída del Imperio Romano en cuanto Imperio, osea, la perdida de la zona Occidental, el cristianismo se convirtió en el factor de amalgama, a pesar de las convulsiones, y el factor que rescató de la destrucción gran parte del saber grecorromano. El cristianismo, o si quieres más estrictamente, el judeocristianismo helenizado, ha sido la matriz inspiradora de los grandes valores que han regido la vida de Europa, y que de algun modo quedan reflejados en la declaración de los derechos del hombre. No se trata de hacer una constitución confesional. De hecho no soy partidario de ello. Se trata simplemente de recoger un factor que ha contribuido decisivamente a que Europa sea lo que es hoy, y no otra cosa.
En cuanto al segundo punto, es evidente que no hay una persecución en el sentido violento del término (ignorantes ocasionales si, pero bueno, por tu blog bien sabes que de esos hay una ingente multitud :P). Cuando hablo de este tema aquí y en otros lugares, si sostengo que hay una corriente opositora que se basa más en una especie de revanchismo sentimental más que en una postura lógica, que desea que lo religioso sea folclórico (como la procesión debajo de tu balcón hasta la aurora si hace falta), pero no un factor determinante que tenga incidencia en la configuración de la sociedad. Un creyente convencido, dispuesto a dar razones, a formarse, les puede resultar especialmente incómodo. A ese tipo concreto hay que cortarle las alas. Cuando digo que quieren reducir la religión al ámbito de lo privado me refiero principalmente al hecho de querer que ese tipo concreto de creyente se calle. Una persecución contra opiniones cualificadas es lo que a mí me parece peligroso. Y ese fenómeno se da.
En cuanto al tercer punto, al decir que el papa es el lider espiritual de un porcentaje no desdeñable de la población, no me refiero al porcentaje de cristianos nominales (85-90%), ni siquiera a los practicantes (25-30%) sino a los convencidos, que quieren formarse, y que intentan ser coherentes (5-10%). Ese es más bien mi baremo con el que me muevo.
En cuanto al cuarto punto, tocamos un tema muy interesante. Yo sostengo que la ley natural existe, que es el conjunto de preceptos que el hombre intuye de una forma casi evidente en la mayor parte de las culturas. Evidentemente que la moral es posible incluso en la increencia más absoluta. El problema no está tanto en los valores fundamentales, sino en sus manifestaciones. Todos estamos de acuerdo que la vida ha de ser defendida y respetada. El problema está en su aplicación concreta. El creyente (el de verdad, el que intenta ser coherente) tiene un referente ético inmutable, e incluso con un cierto caracter cohercitivo-pedagógico (si no haces esto, y persistes en tu malvado empeño, te condenarás), para los momentos en los que la coherencia se relaja. Esto mismo en los no creyentes lo veo más dificil, y ahí si me podrías aclararlo, ya que no hay un referente ético inmutable. Se ha hablado mucho de la ética mínima, pero sin muchos resultados. Se corre el peligro de configurar la moral a base de medios de comunicación y opinión pública, y creo que coincidimos en que puede ser peligroso. El esfuerzo por alcanzar una serie de valores estables, al margen de las corrientes de opinión, y en el santuario de la propia conciencia hacer con ellos un pacto de coherencia me resulta un acto heroico y difícil, raramente conseguible. Claro que se puede ser no creyente y tener unos valores morales, pero creo que muy pocos dedican parte de su tiempo a reflexionar para una tarea tan fundamental. Aquí entra para los creyentes el concepto de revelación: lo que el hombre puede alcanzar con el recto uso de su razón tras una arduísima labor, Dios lo afirma para el hombre convirtiendose en el fundamento último de todo su actuar. Vamos, que empezamos la carrera con ventaja ;).
En cuanto al quinto punto, creo que es sencillo. Si en una plaza pública hay una cruz, ya pueden pasar 5000 personas al día. Basta con que una exija que se retire porque ofende su dignidad de increyente para que ya tengamos el lío montado. Voy a empezar a plantaer demandas por cada plaza donde no hay una cruz porque vulnera mi dignidad de creyente. Eso evidentemente sería absurdo, pero el caso contrario, hay jueces, concejales y funcionarios varios que eso si se lo toman muy a pecho.

Imperator dijo...

Cuando hablo de este tema aquí y en otros lugares, si sostengo que hay una corriente opositora que se basa más en una especie de revanchismo sentimental más que en una postura lógica, que desea que lo religioso sea folclórico (como la procesión debajo de tu balcón hasta la aurora si hace falta), pero no un factor determinante que tenga incidencia en la configuración de la sociedad. Un creyente convencido, dispuesto a dar razones, a formarse, les puede resultar especialmente incómodo. A ese tipo concreto hay que cortarle las alas. Cuando digo que quieren reducir la religión al ámbito de lo privado me refiero principalmente al hecho de querer que ese tipo concreto de creyente se calle. Una persecución contra opiniones cualificadas es lo que a mí me parece peligroso. Y ese fenómeno se da.
El revanchismo es algo inevitable dada la situación de dominio de la Iglesia en muchos ámbitos de la vida, y que da lugar a un movimiento de péndulo: si antes nada o muy poco escapa a su control, en el momento que este se afloja vamos al extremo opuesto. No entro en si eso es bueno o no, pero sí creo que es inevitable, añadiendo que creo que luego habrá otro giro en dirección opuesta. Sólo espero que los giros sean menos y menos pendulares hasta llegar a un terreno común.
Respecto de la persecución de las opiniones cualificadas, admito que no sigo las noticias y que se me puede haber escapado. Si veo, en general, que las opiniones de la Iglesia que trascienden más a los medios son las que dan las jerarquías más altas como el Papa, colegio cardenalicio, conferencia episcopal y similares, en las que a menudo la persona que habla no es experto en la materia. Quiero decir con esto: me parece válido que un miembro de la Iglesia afirme que la contracepción va contra la moral cristiana por esto y lo otro. Esa persona es sin duda una opinión cualificada en moral cristiana. Pero cuando el portavoz de la conferencia episcopal empieza a citar hechos incorrectos sobre el funcionamiento de dichas medidas, deja de ser una opinión cualificada. Del mismo modo que un físico de prestigio no es una autoridad cualificada sobre ética cristiana, un sacerdote (a no ser que tenga la formación necesaria) no es una autoridad cualificada en muchos temas científicos sobre los que la Iglesia se ha pronunciado.
En cuanto al tercer punto, al decir que el papa es el lider espiritual de un porcentaje no desdeñable de la población, no me refiero al porcentaje de cristianos nominales (85-90%), ni siquiera a los practicantes (25-30%) sino a los convencidos, que quieren formarse, y que intentan ser coherentes (5-10%). Ese es más bien mi baremo con el que me muevo.
En ese caso estamos de acuerdo. Lo que ocurre aquí, para bien o mal, es que la democracia no trata de ser el gobierno de todos, sino el gobierno de la mayoría. Son cosas distintas.
El problema no está tanto en los valores fundamentales, sino en sus manifestaciones. Todos estamos de acuerdo que la vida ha de ser defendida y respetada. El problema está en su aplicación concreta.
De acuerdo hasta aquí.
El creyente (el de verdad, el que intenta ser coherente) tiene un referente ético inmutable, e incluso con un cierto caracter cohercitivo-pedagógico (si no haces esto, y persistes en tu malvado empeño, te condenarás), para los momentos en los que la coherencia se relaja. Esto mismo en los no creyentes lo veo más dificil, y ahí si me podrías aclararlo, ya que no hay un referente ético inmutable. Se ha hablado mucho de la ética mínima, pero sin muchos resultados.
En general, yo no encuentro problema con ese referente ético que mencionas, sino con las interpretaciones y derivaciones que han de hacerse de ello. Esto es: un cristiano y yo podemos y de hecho compartimos varias ideas éticas fundamentales. Sin embargo discrepamos en aplicaciones concretas porque nuestras motivaciones últimas son diferentes. Yo no aspiro a la salvación de mi alma porque no creo en ella. Yo valoro la ética de las acciones en función de sus consecuencias globales: máximo beneficio para el máximo de personas, con el menor daño para el menor número de personas. Un creyente tiene otros factores (cumplir el mandato divino, la salvación de su alma, etc) en consideración, que darán derivaciones diferentes de los principios fundamentales que compartimos.
Se corre el peligro de configurar la moral a base de medios de comunicación y opinión pública, y creo que coincidimos en que puede ser peligroso.
Sí, coincido.
Claro que se puede ser no creyente y tener unos valores morales, pero creo que muy pocos dedican parte de su tiempo a reflexionar para una tarea tan fundamental.
Cierto, pero no creo que eso sea un rasgo exclusivo de creyentes o no creyentes, sino una tendencia. Por ello rechazo la afirmación de que sin Dios no hay moral: la creencia en Dios no garantiza un pensamiento moral y una reflexión.
Si en una plaza pública hay una cruz, ya pueden pasar 5000 personas al día. Basta con que una exija que se retire porque ofende su dignidad de increyente para que ya tengamos el lío montado. Voy a empezar a plantaer demandas por cada plaza donde no hay una cruz porque vulnera mi dignidad de creyente. Eso evidentemente sería absurdo, pero el caso contrario, hay jueces, concejales y funcionarios varios que eso si se lo toman muy a pecho.
Como hablábamos antes, creo que es una consecuencia de ese rebote de un extremo a otro. Tras una imposición larga de ideología y simbología cristiana, la gente se sensibiliza. Es como lo de la estatua de Franco de Nuevos Ministerios. Seguro que al 99% de los madrileños, detractores o defensores de Franco, se la pelaba que estuviera allí. Yo había pasado mil veces por ahí y ni la había visto. Yo detesto profundamente a Franco, pero retirar esa estatua me parece una chorrada, porque es parte de lo que somos, igual que el Islam y el cristianismo. Pero entiendo que después de 40 años de cargar con él, haya gente más sensible.

Declan Huerta Murphy dijo...

"Del mismo modo que un físico de prestigio no es una autoridad cualificada sobre ética cristiana, un sacerdote (a no ser que tenga la formación necesaria) no es una autoridad cualificada en muchos temas científicos sobre los que la Iglesia se ha pronunciado."

En temas de carácter científico, cuando la Iglesia se ve precisada a hacer una observación moral, cuenta con un equipo asesor que es la Academia Pontificia de las Ciencias, una especie de senado científico, en el cual los miembros lo son no por su condición de creyentes (los hay agnósticos, ateos, judios, ortodoxos, protestantes, católicos, budistas...) sino por su reconocida trayectoria científica.Entre ellos hay muchos premios Nobel. Generalmente se cuenta con su asesoría. Otra cosa es que en base a los datos científicos que se disponen se emita un juicio moral que no sea del agrado de un cierto sector social, pero bueno, eso también, a pesar de los inconvenientes y la impopularidad, es parte de la predicación de los valores evangélicos. Ahora bien, si alguien manifiesta una opinión sin contrastar datos (un obispo, por ejemplo), puede meter la pata y hacer un flaco favor, pero esto habría que ver en que casos o situaciones se da.

"Lo que ocurre aquí, para bien o mal, es que la democracia no trata de ser el gobierno de todos, sino el gobierno de la mayoría. Son cosas distintas."

Pero como ciudadanos, ¿no debíamos aspirar a que nuestra clase política madure, y colaborar a que la sociedad cambie y se deje de revanchismos estériles?

"Yo valoro la ética de las acciones en función de sus consecuencias globales: máximo beneficio para el máximo de personas, con el menor daño para el menor número de personas."

Aunque la moral tiene una evidente repercusión social, su base única es la moral personal. Entiendo el alcance de tu afirmación, pero creo que las consecuencias últimas de ella nos llevan a la desaparición de la persona en favor de la masa. Quiza en este punto deberíamos concretar más las posturas si te parece. Creo que aquí podemos estar llegando al meollo de la cuestión.

"la creencia en Dios no garantiza un pensamiento moral y una reflexión."

La creencia a flor de piel, la que roza más bien los ámbitos del costumbrismo y la superstición, no creo que llegue a ninguna parte. Sin embargo creer en un Dios personal que te interpela y te implica yo si creo que son garantía suficiente para la reflexión, y es más, creo que está al alcance de todos, no solo de los que han alcanzado un grado de formación humana que los predispone a una mayor sensibilidad ética. Es lo que en la doctrina cristiana llamamos examen de conciencia.

"Tras una imposición larga de ideología y simbología cristiana, la gente se sensibiliza."

¿Pero realmente es parte de una imposición, o es más bien el reflejo de nuestra historia, donde la christianitas era simplemente la situción normal en Europa durante siglos?