martes, julio 04, 2006

Comunicación

La capacidad de comunicación que tenemos los hombres es admirable. Es increible ver como elaboramos conceptos abstractos, en distintas lenguas y en distintos sistemas culturales, y como a pesar de los matices propios de cada una de ellas, elaboramos conceptos similares.
La capacidad de comunicarnos es todo un tesoro que nunca debemos de perder, que hay que mimar y trabajar. Nos enseña a tratar al otro, a apreciarlo. La comunicación nos desvela el ser íntimo cuando llega a ser profunda.
Todo lo grande en el hombre se construye desde la comunicación. El hombre concebido como ente aislado es una absoluta entelequia. Incluso desde el punto de vista de la teología esto es muy claro. Nuestro ser es comunicación de Dios, entramos en diálogo con él desde las estructuras más sencillas, como es la contemplación de la belleza, hasta las más sublimes, como es el saboreo de Él en la meditación y en la mística. Incluso para ello es necesario la comunicación con el otro, que en el camino común llega a ser percibido como hermano. Nunca es más verdadero decir en esto que es más lo que nos une de cualquier ser humano que lo que nos separa. La alabanza es comunicación con Dios, y cuántas veces lo es en union con los otros. Evangelizar es comunicarse, porque es un acto de amor, un trato con el otro movido desde el aprecio.
Comunicarse es tan importante. Es fundamental. Por eso quiero pediros mis disculpas más sinceras por haber abierto un camino de comunicación y haberlo sin embargo dejado suspendido tanto tiempo.
Este blog no es un divertimento. Es comunicación. Es una tarea fundamental. Os aprecio mucho, y aquí estoy de nuevo para tratar, como dirían los clásicos, alma a alma las cosas que nos importan. Ya sea porque a mí me importan, y eso estimula vuestro cariño y respeto; ya sea porque a vosotros os importan, y son la puerta que dejais entreabierta a vuestra intimidad. Gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por volver.
La sensación de seguir tu blog día a día sin que escribieses nada era agridulce: agria por esa falta de comunicación que a muchos nos es tan apreciada, dulce por sentirte cerca (no tanto, claro) sin tener que aumentar las tareas pendientes.
En fin, que me alegro de acumular nuevamente la lectura de tu blog a mis tareas.
Un abrazo y una oración, hermano.
Jorge-Erkenbrand.

Declan Huerta Murphy dijo...

¡Gracias! Es tanto lo que podemos hacer. Solo pido al Señor la constancia para no dejar sendas a medio recorrer. Gracias y bienvenidas sean tus oraciones.