sábado, marzo 11, 2006

Laicidad vs. Laicismo

He estado reflexionando estos días sobre el lugar que los creyentes tenemos en la sociedad. Lo he hecho estimulado por las lecciones de Derecho Eclesiástico que imparte Don Remigio Beneito en Valencia, que me resultan altamente enriquecedoras.

Nosotros como creyentes nos insertamos en una sociedad cada vez más pluricultural, y creo que en general no supone un problema para nuestra fe. Los primeros cristianos se desarrollaron en un ambiente así, y hasta desde el punto de vista de la evangelización es preferible: todos podemos ser misioneros. El problema está en el momento en que se pretende imponer una cultura dominante en base al indiferentismo.

Hoy en día está asumido en la Iglesia el hecho de que los estados sean aconfesionales. Eso nos ayuda a vivir mejor esa sana división de esferas que Jesús quiso: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Esto es lo que se denomina correctamente como laicidad del estado. El estado se queda en su ámbito concreto, que son las realidades seculares, y no interfiere en el ámbito religioso. La laicidad supone que el Estado se convierte en el garante de que todo ciudadano tienen libertad de conciencia a la hora de posicionarse ante el hecho religioso: ateo, indiferente, agnostico o creyente, con un único límite, que es el orden público. La laicidad del Estado es buena para la Iglesia, porque supone un respeto a su libertad.

El problema está en el laicismo, que es una doctrina confesional. El laicismo es negar la esfera de autonomía que tienen los creyentes y las comunidades de expresar y vivir en libertad el hecho religioso, haciendo del Estado no el garante del libre ejercicio de posicionamiento ante el hecho religioso, sino el impulsor del arrinconamiento y negación de este hecho en la vida social.

Los laicistas se suelen presentar como progresistas, cuando es una doctrina decimonónica; suelen argumentar que las religiones son causa de conflicto y muerte, cuando han sido precisamente los sistemas totalitarios laicistas -el nazismo y el comunismo- los que más acumulan a sus espaldas; suelen presentarse como la postura neutra, cuando supone la imposición de un punto de vista sobre los demás ante el hecho religioso sirviendose de la fuerza del Estado. Niegan la laicidad del Estado, en cuanto que lo convierten en apóstol del indiferentismo y no admiten la autonomía de la conciencia, haciendo del Estado el único ámbito posible de la realidad.

Yo creo que debemos vivir con fuerza nuestro compromiso cristiano y ser sal. Nadie tiene derecho a cuestionarnos el ejercicio de este derecho en la sociedad. Ser sal es cooperar en la construcción del órden público.

3 comentarios:

Imperator dijo...

No estoy seguro de si es adecuado llamar a ese movimiento laicismo, o mas bien anticlericalismo.

Respecto a si el argumento es decimonónico o no... es fácil cegarse por la brutal efectividad de los regímenes nazis y comunistas que citas, ciertamente. Y los hechos están ahí. Pero eso es un fenómeno circunscrito al siglo XX, según creo. Las religiones en general tienen una historia mucho más larga de conflicto y muerte, y supongo que mayor cantidad de personas fallecidas tanto en guerras abiertas como en persecuciones de uno u otro tipo.

Si no me equivoco, creo que fue Voltaire el que dijo: "Estoy totalmente en desacuerdo con su opinión, pero defenderé hasta la muerte su derecho a afirmarla." O algo así. Mi postura, al final, y al margen de las hipérboles que tanto me gustan, se resume en eso.

Soy un acérrimo defensor de la separación Iglesia - Estado, pero así mismo soy un acérrimo defensor de que cada uno crea en lo que le parezca, por absurdo que a mí me pueda parecer.

Quizá por eso me resulta bastante sencillo tratar con la mayoría de personas que se definen como creyentes, pero suelo tolerar poco las religiones organizadas.

Declan Huerta Murphy dijo...

Creo que sin entrar en discusiones quisquillosas puedo aceptar tu propuesta de definirlo como anticlericalismo más que laicismo, aunque las últimas cartas pastorales de los obispos en España sobre el tema usan el término laicismo.
Lo que apuntas sobre el derecho a afirmar una opinión creo que es la primera regla de todo diálogo. Yo creo en la capacidad constructora del diálogo cuando hay buena voluntad y respeto mutuo. Cuando encuentro reprocidad en este punto experimento una sensación de amistad intelectual, por llamarlo de alguna manera, con mi interlocutor.
Yo también soy un defensor de esta separación. Es sana y evangélica. Pero a la vez defiendo la libre capacidad de manifestarse como individuos o como comunidad sin ninguna restricción salvo la mencionada del orden público, tanto para el catolicismo como para cualquier otra religión o toma de conciencia.
Respecto a tu poca tolerancia respecto a las religiones organizadas, yo creo que se trata muchas veces de una proyección de malas experiencias personales o cercanas sobre personas y actitudes que merecen reprobación sobre la estructura a la que pertenecen. Si quieres podemos abrir sobre este punto una linea de diálogo y reflexión.
Gracias por tu interés en el tema.

Declan Huerta Murphy dijo...

No soy muy partidario de los pastiches, pero he visto esto hoy en Zenit, y creo que viene bien para el tema de sobre las religiones organizadas.

La nueva religión occidental: Creer sin pertenecer a una iglesia o grupo
Según el director del Centros de Estudios sobre las Nuevas Religiones

ROMA, miércoles, 15 marzo 2006 (ZENIT.org).- Si bien hay un «boom» de sectas y nuevas religiones en los países occidentales, el fenómeno religioso más extendido es el de quien cree sin pertenecer o practicar una religión específica, revela el sociólogo Massimo Introvigne, director del Centros de Estudios sobre las Nuevas Religiones de Turín (CESNUR).

Así lo expuso el sociólogo de las religiones durante el congreso sobre «La naturaleza de la religión en contexto teológico», que tuvo lugar en Roma, en la Facultad de Teología de la Santa Cruz, los días 9 y 10 de marzo.

«Se oye a menudo hablar de una 'invasión de las sectas' o de una 'explosión' de las nuevas religiones. Ciertamente, los movimientos religiosos de algún modo alternativos son muchísimos. J. Gordon Melton –que por otra parte rechaza trazar una línea de demarcación neta entre 'viejas' y 'nuevas' religiones- registra más de 1.500 grupos de una cierta consistencia en Estados Unidos», reveló Introvigne.

«En un país en el que el pluralismo religioso es más reciente, como Italia, el CESNUR tiene conocimiento de más de trescientas denominaciones», dijo.

«En África, los especialistas enumeran varios miles de nuevas religiones, y el número crece cada día. Pero en ningún país de occidente los nuevos movimientos religiosos parecen superar el 2% de la población», aseguró, añadiendo que «en Italia es más probable que estén en torno al 1%».

«La mayor "nueva religión• es por tanto, especialmente en occidente, la de quienes "creen sin pertenecer", según la fórmula de la socióloga inglesa Grace Davie», explicó Introvigne.

En Italia, por ejemplo, según los datos de la Encuesta Europea sobre Valores de 2000, los católicos ocasionalmente practicantes son casi un tercio de la población.

«Queda una población constituida por más de la mitad de los italianos que declaran "creer" en algo superior o trascendente, pero que de hecho no "pertenecen" a una comunidad religiosa en el pleno sentido de la palabra», indicó.

«Se va desde aquellos que creen en un poder superior, que no saben sin embargo identificarlo a los "creyentes a su manera", "a los cristianos a su manera" y "a los católicos a su manera" ("soy católico, pero no practico"; "soy católico, pero no estoy de acuerdo con la Iglesia"; e incluso --postura no infrecuente en Italia-- "soy católico pero estoy contra los curas"), explicó.